Innovación en el futuro: “La Fórmula de la no Fórmula”

Junio 8, 2021 Por Isidora Undurraga

Durante la última década, se ha popularizado el concepto de innovación, sabemos que es un tema importante. Grandes Universidades como Cambridge, Harvard, Stanford, así como Organismos Internacionales como la OCDE, la ONU o el BID, la han intentado definir creando incluso manuales para su gestión, sin embargo, ¿sabemos lo que es innovación?, ¿sabemos cómo ejecutarla?

En mi experiencia, solemos vincular innovación con ideas, creatividad, novedad, pero también con cambio. Si bien las tres primeras nos activan y entusiasman, el poder del cambio es lo suficientemente peligroso para frenarnos, no nos gusta lo desconocido y le tenemos mucho miedo al riesgo, sin embargo, es ahí donde se encuentra la esencia de la innovación.

Con la revolución de Albert Einstein y los físicos cuánticos descubrimos por ejemplo, que si bien un electrón, podía tener su posición bien definida, su velocidad no y que, sin embargo, luego de un rato, esto podía cambiar permitiendo definir su velocidad, pero no su posición. Con este descubrimiento, se refutaba lo que siempre se creyó como establecido. Demostrando que las propiedades de un electrón no se podían definir siempre de la misma manera, se abría el mundo de las posibilidades.

Este cambio de paradigma, este nuevo conocimiento llevó entre otras cosas a que hoy en día usemos hornos microondas, puertas y escaleras automáticas, celulares y gran parte de la tecnología que nos rodea. Nuestras partículas elementales, lo que conforma nuestra realidad opera en el mundo de las posibilidades, sin embargo, a sabiendas de esto, permanece en nosotros la necesidad de tener fórmulas, recetas y manuales.

Desde esta nueva realidad, la innovación es la herramienta clave, y tiene múltiples fórmulas. Si usamos de referencia y analizamos a aquellas empresas que lideran el mercado gracias a su gestión, como es el caso de Google, Apple, Alibaba, Amazon, Facebook, Tesla, podemos encontrar que estas, desde su concepción, han rediseñando sus estructuras operativas, su razón de ser y su impacto en el entorno. Reemplazando la operación por bloques, las estructuras verticales, la concentración de la información, los liderazgos absolutos, la unificación, la individualidad, entre otros, por la transparencia, la flexibilidad, el conocimiento, la creatividad.

Para ellas, la transparencia de la información es extrema, sus trabajadores, tienen acceso a esta y saben dónde y cómo incorporar lo nuevo, conocen los desafíos tanto macro como micro y saben que las distintas áreas deben conversar entre sí. Reconocen que lo más importante para crear son las preguntas, y que las respuestas pueden cambiar, relevando el valor de la empatía (uno de los factores claves en el design thinking por ejemplo) para poder ver más allá de lo supuesto, el conocimiento y la inversión en este es clave ya que permite la diferenciación.  La diversidad tiene un valor fundamental en el diseño de la realidad; de cara a la eficiencia y la competencia, entienden que más que crear todo, se puede sumar a otros y trabajar en colaboración. Que para seguir el ritmo de nuestra evolución hay que ser flexibles y livianos (metodologías ágiles), y que en el camino que conlleva lo nuevo, se debe medir, evaluando los resultados constantemente.

En el mundo de las posibilidades cada uno de nosotros tiene un talento que aportar, y las empresas tienen que generar las estructuras y procesos que permitan capitalizar esto impulsándolos cada vez más.

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